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  • Foto del escritorBeatriz Aguirre

Aquí estamos


Uno a uno, los días han pasado, el invierno ha llegado y el frío que causa el odio y el linchamiento mediático, ha calado en nuestros huesos. Los vientos fuertes y las tempestades que vienen con el invierno, sin embargo, no nos han enfermado; por el contrario, nos han orillado a refugiarnos en la roca que es Cristo, a abrigarnos de la oración y a fortalecer el ánimo y confianza en nuestro Dios. Hoy nuestra relación con Dios ha cambiado: hoy es mucho más personal y directa, mucho más profunda, muchísimo más fuerte. Con el dolor hemos crecido en fe, incrementado nuestra confianza en Dios y arraigada al alma nuestra esperanza.

Algo, también, hermoso ha sucedido con nosotros: hemos entendido lo que significa estar fundidos a la elección como consecuencia, no solo de lo que conocemos como la obra de Dios, sino de la libertad de decidir, basada en el conocimiento y entendimiento que Dios nos ha dado. Ser uno con la elección de Dios –y por ende, con su elegido- es dolernos por las mismas calumnias sufridas, es soportar en silencio el linchamiento mediático, es llorar por las injusticias en nuestra contra, es esperar el tiempo de Dios y su respuesta de vindicación para el mundo, es esperar con paciencia.

En este tiempo, al igual que sucedió con el rey David, también hemos sido cuestionados y atacados sobre el lugar y el poder de nuestro Dios. ¿Dónde está él? – nos han dicho. Nuestra respuesta, aunque un tanto distinta a la del salmista, conlleva la misma certeza y seguridad del poder de nuestro Dios: nuestro Dios ha estado con nosotros todo el tiempo y la prueba de ello es nuestra presencia aquí y ahora –no antes ni después, sino en el presente-; también es prueba nuestro orgullo por pertenecer a la Iglesia o nuestras lágrimas derramadas en la intimidad de nuestra relación con Dios, o la vida misma que él aún nos permite en la Iglesia.

Aunque lo más extraordinario y nuestro mayor triunfo es que el reconocimiento a la elección del apóstol de Jesucristo, hermano Naasón Joaquín, sigue intacta, inamovible, incólume. Esta afirmación es consecuencia de la obra del Creador en nuestros corazones. Entre esa obra y las calumnias y mentiras vertidas contra el apóstol de Jesucristo, encontramos nuestra mayor tranquilidad: saber, conocer de manera directa, la persona de Naasón Joaquín, su trabajo y su verticalidad, su integridad. Toda su vida, los que somos contemporáneos a él, los que estuvimos en alguna iglesia cuando fue nuestro ministro, los que trabajamos en proyectos con él, los que verdaderamente hemos estado codo con codo con él, la conocemos siempre en sencillez, siempre respetuosa de los demás, siempre limpia y siempre honorable. Por eso seguimos aquí, esperando que la justicia llegue para nosotros, llegue para él. No sabemos cuánto tiempo nos lleve llegar a ella pero tarde que temprano, todo el circo mediático construido para destruirnos, caerá a pedacitos.

Y cuando eso suceda, sí, leeremos el salmo de triunfo, pasaremos la hoja del presente dolor para escuchar el salmo de triunfo que ya está escrito. Y cada quien, cada uno de nosotros, desde su propio espacio, escribirá cómo luchó en estos días y cómo enfrentó, con profundo orgullo, con inteligencia y con conocimiento de causa, esta batalla. Y al final de esas líneas, la historia será la misma: despertaremos todos los días y entonces, cuando nuestro primer pensamiento sea a Dios, sabremos que aún estamos con él. Así ayer, así hoy y, sí, así mañana.

Así que, desde lo más profundo de nuestro corazón, podemos unirnos a los miles y miles de creyentes en más de 60 países para decir:


Aquí estamos, confiando en Dios.


Aquí estamos, esperando su respuesta.


Aquí estamos, en espera de su regreso.


Aquí estamos, más unidos que nunca.


Aquí estamos, los ancianos con su sabiduría.


Aquí estamos, los jóvenes con su fortaleza.


Aquí estamos, los niños con su sencillez.


Aquí estamos, los profesionistas con su capacidad y conocimiento humanos.


Aquí estamos, los que hemos llorado.


Aquí estamos, los que no nos ha enfermado el invierno.


Aquí estamos, los que hemos amado con limpieza e integridad de corazón.


Aquí estamos, los que hemos pasado por el crisol.


Aquí estamos, los que hemos resistido.


Aquí estamos, los del norte o sur, los de Europa o Asia, los de África o América,


Aquí estamos todos los que hemos creído en Dios y en la elección bendita del apóstol de Jesucristo, hermano Naasón Joaquín García.


Aquí estamos los que conocemos de siempre, su honorabilidad, integridad y rectitud.


Aquí estamos y aquí estaremos.



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